Etapa 11 – No sé porqué paramos aquí

Belorado – San Juan de Ortega
«Si confías en ti, aunque todos los demás duden… Si te enfrentas al triunfo y al desastre y tratas a ambos farsantes por igual… ¡serás un hombre, hijo mío!» Rudyard Kipling
Esta etapa ha sida bastante agradable. El paisaje muy bonito. No esperábamos nada especial, como así ha sido… exceptuando el destino. Pero luego hablaré de este pueblo.

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El trayecto discurre bastante bien (sin subidas exageradas) hasta Villafranca Montes de Oca.
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Al salir te encuentras una subida bastante pronunciada, pero dando nuestro entrenamiento en etapas de dureza variada, me la subí sin problemas en compañía de Chema, un irlandés, nombre por el que le conocían cuando estuvo trabajando en Bilbao durante los años 2000 a 2005.
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Persona afable, ingeniero mecánico, casado y con ¿tres? hijos, hicimos la subida contándonos nuestras vidas (en este caso en español pues lo hablaba perfectamente).
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Arriba de la cuesta montamos el chiringuito de siempre, en el que ofrecemos pan, chorizo y vino (agua suelen llevar), con lo que nosotros nos alimentamos a media mañana. El chorizo no suele ser despreciado, aunque hay mucho vegetariano y les decimos o que es chorizo vegetal o que tienen la oportunidad de pecar tomando carne y así mortificarse… pero con el vino cuesta más convencerles de que beban… de la bota que llevamos.
Después de pasar durante varios kilómetros por un cortafuegos, incluyendo un monumento a los caídos del 36 ¿de qué bando? y mención a una fosa común próxima, llegamos a San Juan de Ortega.
Todo el mundo nos había dicho que continuásemos hasta Atapuerca pero eran más de 6 km y ya llevabamos andando 24,5 km, y aunque en perfectas condiciones, no queríamos machacarnos más.
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San Juan de Ortega es un pueblo de 12 habitantes, sí lo que leéis, 12, en el que el alcalde tiene un barucho y una casa rural. Además existe un conjunto arquitectónico maravilloso y un albergue algo ‘cutre’ pero que van a reformarlo. El hospitalero nos trató amablemente. A las 18:00 tuvo lugar la misa del peregrino con cánticos de algunas feligresas entradas en muchos años.
Llegamos ciertamente pronto, pero entre ducharnos y organizarnos si nos hizo las 15:15, nos fuimos a comer algo y el alcalde-posadero dijo que el comedor se cerraba a las tres y a pesar de decirle que solo queríamos un bocata y cerveza insistió en decir que el comedor estaba cerrado. Eso sí, nos dijo que la cena empezaba a las siete de la tarde.
Parece ser que existen algunos problemas en el micro-pueblo dominado por el alcalde y que las malas lenguas dicen que es para cargarse el albergue. No se ni debo escribir más al respecto. El albergue lo van a restaurar en breve y darán también comidas.
La misa del peregrino estuvo muy bien (algo gélida estaba la iglesia)… y mientras no era la hora de la cena nos lo pasamos bien cantando y bailando, sí bailando, en la explanada del monasterio.
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La cena fue apoteósica. La risa contagiosa de una peregrina y su ‘boyfriend’ que estaban sentados junto a otra pareja en otra mesa desató un ataque de risa colectivo que era imposible controlarlo. Estuvimos toda la cena riendo a carcajadas.
Y después poco antes de irnos a dormir fuimos a ver cómo iban apareciendo las estrellas mientras el sol se escondía y la noche se nos echaba encima.
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El perfil de recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Belorado – San Juan de Ortega

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