Etapa 04 – Y más barro… Revisión

Pamplona – Puente la Reina
«La mayoría de nuestras equivocaciones vienen de que cuando debemos pensar, sentimos y cuando debemos sentir, pensamos». Churton Collins
Hay etapas que te las esperas cómodas, fáciles de realizar y… te llevas un chasco. Si a esto le sumamos por un lado el exceso de confianza en nosotros mismos, barro en los peores tramos y una guinda suplementaria que es ir a visitar una ermita de las que hay que ver pero saliéndote del itinerario, esto es lo que nos ha ocurrido con la etapa de hoy.
Pernoctar una noche más en Pamplona supuso el tener que buscar un albergue en donde pasar la noche. La primera noche la pasamos en el Albergue municipal de Peregrinos Jesús y María, en c/Compañía 4, albergue en muy buenas condiciones, siendo allí donde hicimos la primera colada, aprovechando que había lavadora y secadora. La estancia en el albergue fue agradable, aunque hubo dos anécdotas que considero dignas de contar. La primera fue la de un catalán, abierto y simpático que compartió una de las literas con nosotros, que con el ánimo de agradar se le ocurrió hacer unos comentarios poco afortunados sobre lo insoportable que eran los ronquidos de algunos peregrinos. Afortunadamente, fue suficientemente hábil que el asunto no pasó a mayores, y Carlos ni siquiera llegó a sentirse molesto por los primeros comentarios que soltó este catalán compatriota mío. Y el segundo incidente fue la de unos ciclistas ¿peregrinos? que llegaron un poco bebidos con las luces del dormitorio apagadas, cuando ya la mayoría de los peregrinos estaban acostados y alguno de ellos hasta dormidos. Les entró por hacerse los graciosos y a ver cual de ellos soltaba la mayor gilipollez, con una total falta de respeto hacia el resto de personas que trataban de conciliar el sueño. Así son las cosas con la educación de algunos que dicen que van de peregrinos.
Después de haber insistido en pernoctar una segunda noche en el mismo albergue, algo que no está permitido salvo por circunstancias excepcionales, y no conseguirlo, buscamos otro por los alrededores y encontramos una albergue próximo Casa Ibarrola, que me recordaba, sin ánimo peyorativo, a los hoteles-nicho que todos hemos visto en fotografías y que existen en Japón. Este albergue, privado y más bien pequeño, destacaba por su limpieza, por el trato amable, por los aseos y duchas suficientes y por el desayuno que nos metimos para el cuerpo. El receptáculo-camastro era suficiente y no me dio sensación claustrofóbica. Dormí perfectamente. Tenía en donde poder enchufar el móvil y tableta, un armarito con llave, y una luz.
DSC_3250_wDespués de un día de receso en Pamplona, que no de descanso, a la espera de que Mariola se incorporase temporalmente al Camino, reanudamos el ritmo marcado de una etapa diaria, sin interrupciones. Esta etapa ha sido la primera de Mariola y ha respondido perfectamente.
Nada más salir del albergue hemos ido a recoger a Mariola al hotel Puerta del Camino,   antiguo convento de las Adoratrices y residencia de estudiantes, y hemos retomado el camino sobre las 7:30 hacia el Alto del Perdón.
Sobre el convento de las Adoratrices, decir que las hermanas se instalaron en este lugar en el año 1877, con la misión de asistir a las prostitutas. Pero no solo se las conocieron por su labor asistencial sino que también por sus trabajos y clases de bordados, y en la formación religiosa de jóvenes. De 1960 a 2003 acogió una residencia universitaria y después se transformó en albergue de peregrinos hasta que finalmente una remodelación parcial del solar lo ha convertido en un hotel de 4 estrellas, pero manteniendo parte del convento. En 2007, y después de 130 años de actividad, las últimas 7 hermanas adoratrices que quedaban abandonaron el convento.  Cabe la posibilidad de que la dedicación inicial de asistencia a las prostitutas ya no fuera necesaria y por esta razón decidieran abandonar tan sacrificada vida en reconfortar el alma de las prostitutas.
DSC_3255_wPor el camino nos encontramos, a la altura de Cifur Menor, un peregrino con atuendos de templario. Coincidimos con él solo en esta etapa y no llegamos a averiguar nada de él. Solo dos comentarios al respecto. Cuando paramos a descansar y tomar un pequeño refrigerio coincidió que pasaba por ahí y le ofrecimos de comer y beber, a lo que nos respondió que no tomaba nada durante todo el día hasta que no llegaba a destino. Y el otro comentario que quería haceros fue de que a la altura de cruzarnos con el aguerrido templario le vimos medio oculto entre la maleza cómo se despojaba de sus atuendos. ¿Sería por la cantidad de barro que había en el camino y así podría mantener el atuendo de templario limpio e impoluto? No lo llegamos a averiguar.
DSC_3258_wAproximadamente a 1,5 km de la salida del pueblo nos encontramos con una concha y poste indicador con flecha que apunta a Puente la Reina (17,2Km) y al Alto del Perdón (8,4Km). Tomamos el camino de suave pendiente y a nuestra izquierda podremos ver a lo lejos la iglesia románica de San Martín de Tours de la parroquia de Galar, del siglo XIII. Lástima que se sitúe tan ‘lejos’ del camino, pues bien merecería una visita a su pórtico construido a principios del siglo XIII y que aún se conserva. Pero no podemos ir parando en cada punto singular del camino, pues podríamos estar toda una vida en recorrer este camino tan lleno de riquezas de todo tipo.

DSC_3260_wDSC_3267_wContinuamos avanzando y nos encontramos con otra cruz entre dos bancos, que nos anuncia el fallecimiento de otro peregrino, Koks Frans.DSC_3270_w
DSC_3275_w DSC_3273_wMas adelante, cruzamos la localidad de Zariquiegui donde se encuentra la Iglesia románica de San Andrés (siglo XIII).
DSC_3276_wDejamos atrás Zariquiegui y empezamos a observar los campos anegados de agua con las recientes lluvias, preludio de lo que finalmente temíamos y que nos encontramos: el barro, el barrizal en el camino, tan incómodo y cansino para el sufrido peregrino. DSC_3280_wAfortunadamente, con un buen calzado se minimiza los efectos desagradables. Pero a veces, ni un buen calzado sirve de mucho,y no se puede hacer otra cosa que  tirar por el camino de en medio que no es sino el campo a través, bordeando el camino, para evitar llenarse hasta las rodillas de barro o atascarse en un enorme barrizal. Tengo la fortuna de ir con unos bastones que me ayudan a mantener el equilibrio al cruzar el barrizal. Solo me faltaba que resbalase y me diera de bruces contra el suelo.
Pero no todo son pegas. El campo estaba inmensamente verde para el espiritual gozo del peregrino.
DSC_3286_wNos fuimos acercando progresivamente al Alto del Perdón a duras penas, entre el barro de las pronunciadas pendientes y los molinos, que veíamos a lo lejos, se fueron transformando en feroces monstruos de desafiantes palas que no dejaban de girar y de producir un ruido perturbador. Bueno, no era para tanto. Pero podías llegar a imaginarte lo que pasaría si una de estas palas se descolgase y cayese sobre el infortunado peregrino que pasase en aquel momento por allí. A pesar de las tenebrosas nubes, no nos llegó a llover en todo el día.
DSC_3291_wPor el camino, mientras ascendíamos, hubiéramos tenido que encontrarnos con la fuente de la Reniega o de  Gambellacos. Pero no fue así. He tratado de buscarla por Internet, he encontrado fotos, referencias, etc. pero he sido incapaz de ubicarla.
Cuenta la leyenda que Lucifer disfrazado de un apuesto joven, viendo en el maltrecho estado en que se encontraba un sediento peregrino tratando de alcanzar en pleno verano el puerto de Erreniega o Alto del Perdón, se acercó a él para tentarle con la promesa de llevarle a una fuente próxima en donde pudiera saciar la sed y recuperarse del cansancio, siempre que renegase de su fe. El peregrino resistió el primer embate y el diablo continuó tentándole, pero ahora con la renuncia del peregrino a la Virgen María, a lo que tampoco accedió. Finalmente, el diablo lo tentó por tercera vez, con la única condición de que renegase del Apóstol Santiago si quería beber tan preciado líquido. El peregrino, cada vez más agotado, rehusó el ofrecimiento del diablo y para fortalecer su fe se puso a rezar, consiguiendo que el Apóstol Santiago apareciese, ahuyentase al diablo y haciéndolo desaparecer entre una nube de azufre, haciendo que en el que se encontraba el peregrino brotase agua cristalina y refrescante con la que el peregrino pudo saciar su sed y continuar ascendiendo. Hay otros que la cuentan de otra manera, pero todos apuntan a que la fuente de la Reniega fue obra de un milagro de Santiago el Apóstol.
DSC_3288_wY por fin llegamos al Alto del Perdón, en donde destaca una hilera de figuras que constituyen el Monumento al Peregrino. El monumento es obra del artista Vicente Galbete, y representa la evolución de los peregrinos del Camino a lo largo de su historia. Y rememorando el momento a través de las fotos, podemos observar a los peregrinos que muchos de ellos fueron compañeros durante tan largo viaje, el que duró hasta que llegamos a Santiago. Aunque con algunos ya habíamos coincidido en Saint Jean Pied de Port y en Roncesvalles.
DSC_3289_w DSC_3290_w DSC_3293_w DSC_3292_wEl Alto del Perdón, que es un alto no muy alto, ya que solo tienes que remontar unos 400m de desnivel, se encuentra situado a mitad de etapa. Como ya he indicado, poco antes de llegar, el camino lo encontramos hecho un barrizal, resbaladizo, que tienes que sortear como puedes. En este tipo de recorrido recomiendo el uso de bastones para mantener el equilibro y evitar ir al suelo. Las vistas desde el Alto son fantásticas, gozando de una visión privilegiada.
En este privilegiado lugar existió, desde el siglo XII, una ermita dedicada a la Virgen del Perdón y un hospital que asistía a los peregrinos que pasaban por el lugar, manteniéndose ininterrumpidamente hasta el siglo XIX.
DSC_3294_wUn poste indicador nos anuncia que solo nos queda recorrer 10,3 Km para llegar a Puente la Reina. Bien cierto sería si no hubiéramos pensado desviarnos para visitar la Iglesia de Santa María de Eunate.

La bajada no ha sido más fácil que la subida pues ha sido por una escorrentía, con ausencia casi total de barro, pero que en su lugar estaba lleno de cantos rodados sueltos, de tamaños diversos, y que tenías que evitar pisar mal para así no torcerte un tobillo y caerte al suelo y rodar. Es conveniente en las bajadas ir a un ritmo pausado, frenando y ayudándote de los bastones.
El campo está radiante. Aparecen los primeros rayos de sol haciendo que el verde de las praderas brille ante nuestros ojos. Será por el espectáculo campestre, será porque ya son las once y media pasadas, pero decidimos parar a tomarnos nuestro desayuno de media mañana. Esta vez nos acompañan Cristina, la sevillana, Marta, argentina afincada en Menorca, y Luis, también menorquín, que tan buena compañía nos dieron durante muchas etapas a partir de este primer encuentro.
DSC_3296_w DSC_3297_w DSC_3300_w DSC_3301_wEn algunos tramos del camino no solo nos encontramos con la incomodidad del barro sino que también pudimos observar la fuerza de la lluvia y el agua capaz de llevarse por delante cualquier cosa que se encuentre por donde discurre.
DSC_3306_w DSC_3309_w DSC_3308_wCruzamos Uterga, pequeño municipio de menos de 200 habitantes, y continuamos andando hasta llegar a Muruzábal. En este punto decidimos si desviarnos a visitar la ermita de Santa María de Eunate o continuar directo hacia nuestro destino. Si nos desviábamos suponía realizar unos 4 Km más. Después de casi 6 horas que llevábamos de etapa nos entraron las dudas. Mariola, que era la primera etapa que realizaba y que ha estado caminando a un ritmo muy bueno, decide por precaución ir directamente a Puente la Reina, no fuera que los excesos la perjudicasen nada más empezar con la primera etapa.
Nosotros nos desviamos del camino hacia la izquierda, tiramos por las calles del pueblo cruzándonos con la Iglesia parroquial de San Esteban, del siglo XIV la parte más antigua, y el Palacio del Marqués de Zabalegi, del siglo XVII. Para más información sobre estos edificios, ir aquí.
DSC_3320_wPor fin llegamos a la ermita de Santa María de Eunate, iglesia románica del siglo XII y de planta octogonal y galería porticada de 33 arcos, que dicen que la mandaron construir los Templarios. Se haya situada en la confluencia de los caminos de Santiago que provienen de Somport y de Roncesvalles y se considera que también hubo un hospital de peregrinos.
Dejamos atrás la ermita y nos encaminamos hacia Obanos, la villa de los Infanzones, en donde retomaremos el camino francés.
DSC_3328_wDestacaremos la Iglesia de San Juan Bautista, que en 2012 celebró su centenario. La iglesia es de reciente construcción, y de estilo neogótico. La anterior iglesia, de estilo gótico de majestuosos pórticos e interesante retablo renacentista, tuvo que ser derruida dado su mal estado de conservación, aprovechándose las portadas del siglo XIV, la torre y la bóveda principal del siglo XIII, los arcos del pórtico, y de su interior una imagen románica del siglo XIII de Nuestra Señora la Blanca, la pila Bautismal, y algunas esculturas del antiguo retablo del siglo XVIII obra de Juan de Anchieta.
Obanos también es famosa por su Misterio. Según cuenta la leyenda, Santa Felicia, hermana del Duque Guillermo de Aquitania, peregrinó a Santiago y fue tanto su fervor religioso que a su vuelta decidió hacerse eremita y quedarse en Amocain. Ante la negativa de su hermana de volver a la corte, tan enojado se puso el Duque Guillermo que le da muerte. Fue tal su remordimiento que se arrepiente, peregrina a Santiago y a la vuelta decide expiar sus pecados en Obanos.
Nos quedaba menos de 2 Km para llegar a destino: Puente la Reina. Estábamos a punto de finalizar nuestra cuarta etapa, con un total de 26,7 Km en poco más de 7 horas y media. No estaba nada mal.
DSC_3336_wComo en muchos puntos del Camino no era extraño encontrarse con nidos de cigüeñas en lo alto de los campanarios. Este nido estaba situado en Puente la Reina.
El albergue al que fuimos, Jakue, era también hotel, y estaba situado a 1 Km del casco urbano de Puente la Reina entrando desde Pamplona. Diríamos que fue aceptable. La ventaja de pernoctar en este lugar, aparte de que nos lo recomendaron, fue la de tener un restaurante en el que pudimos cenar copiosamente, y también el de poder desayunar en el mismo lugar. En cambio, los dormitorios no tenían enchufes donde poder cargar los móviles. Tenías que ir buscando tomas de red por las distintas dependencias que tenía el complejo. El comedor del restaurante, a la hora de la cena, estuvo bastante concurrido de peregrinos, siendo algunos con los que coincidimos durante multitud de etapas.
DSC_3340_wEn el otro extremo de la villa se encuentra el famoso puente románico sobre el río Arga. Dicen que este puente fue construido por la reina Doña Mayor, esposa de Sancho el Mayor, y de ahí el nombre de la villa. Pero también dicen que deriva de Pons Rune, en donde Runa era el nombre que tenía el río antes de que se denominase Arga. DSC_3346_w DSC_3349_w DSC_3352_w DSC_3358_wHoy Rafa, como buen samaritano que es, se ha dedicado a dar consejos a todo peregrino que iba sin aliento, tanto chico como chica, instruyéndoles en el modo de llevar la mochila. Puede ser que hoy haya batido el récord. También practica magistralmente el arte de contar chistes pero traduciéndolos al inglés o al francés. Tiene mérito y éxito. Estoy pensando en abrir una sección de chistes en diferentes idiomas. Como también de canto. Cantamos mucho durante el camino. Ya sabéis el dicho de cuando el español canta, o es que anda muy jodido o poco le falta.
En la siguiente imagen se puede observar una representación en 3D del recorrido realizado. Si pulsamos sobre la imagen podremos ver con mayor detalle el recorrido realizado.
Pamplona-PuenteLaReina
El perfil del recorrido fue fue el siguiente:
Perfil-pamplona-puenteEsta entrada es una revisión de la entrada original a la que he añadido fotos y texto. El original se encuentra aquí.
Y el siguiente fichero contiene el trazado para poder visualizarse en Google Maps:
Pamplona-Puente la Reina
entrada original a esta etapa

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El reto de este Verano

La Herradura – Peña Escrita (14/8/2013)
«Buscar la felicidad es maravilloso, encontrarla es atroz. Nos cuesta mucho aceptar esto. Nos cuesta mucho aceptar que las metas son un invento. Si le ponemos un ascensor a la montaña ningún alpinista lo utilizaría, porque el «hacer cumbre» para él no es más que un pretexto en su desafío de escalador. Esto se aplica en todas las cosas de la vida.»
Dalmiro Sáenz
DSC_7226Hace ya algún tiempo, visité Peña Escrita. En aquella ocasión lo hice junto a un buen amigo, Juan Ramón. Los primeros kilómetros, hasta cerca de El Rescate, con la comodidad del coche; y el resto, hasta todo lo alto de Peña Escrita, andando. En aquel momento lo consideramos toda una proeza.
Pero nos quedamos con las ganas de haber hecho todo el recorrido andando, es decir, montados en el «coche de San Fernando, que no es más que un ratito a pié y otro andando».
Y llegó este verano. Con 900 km del Camino de Santiago a mis espaldas, me propuse un desafío: subir andando desde el paseo de Andrés Segovia de La Herradura hasta Peña Escrita. Iban a ser alrededor de unos 18 km cuesta arriba y otros tantos más cuesta abajo. Teniendo en cuenta el ritmo conseguido en el Camino, calculé que me iba a llevar unas 4 horas y media en la ascensión. Tenía que tener en cuenta que la pendiente media iba a ser de alrededor del 16% con picos de hasta 25%. Pero, por otro lado, iba a ir bastante más ligero, no cargaría con los casi 10 kg que pesaba la mochila que llevé al Camino. Eso sí, la cámara Nikon D80, una vez reparada, y el objetivo que tan buen resultado me ha estado dando, Tamron 18-270, me los iba a llevar conmigo.
De nuevo me preparé para el evento comprando una mochila más ligera y pequeña que la que usé en el Camino, con el tamaño apropiado para acarrear lo mínimo imprescindible, bebida, para evitar la deshidratación, y algo de comida, un bocadillo, para reponer fuerzas.
Y por último, como no iba a encontrar barro, opté por ir con unas zapatillas de deporte, más ligeras que las botas y adecuadas para lo que iba a realizar. Iba a recorrer caminos, en su mayoría, desgraciadamente para el caminante pero no para los que viven o trabajan por la zona, asfaltados. Y no me iba a olvidar de algo que es casi imprescindible para el caminante: los bastones. No solo para ayudarte a mantener el equilibrio en veredas y en caminos que muestren cierta dificultad, los bastones, una vez que los hayas utilizado, los considerarás imprescindibles en la práctica del senderismo. El uso adecuado de los bastones reparte el esfuerzo de las piernas y sus articulaciones con los músculos de los brazos y pecho, de tal modo, que el ejercicio es más completo y equilibrado, lo que aumenta tu rendimiento físico y, por tanto, puedes proponerte unas metas más ambiciosas. También te ayuda a marcar un ritmo constante, lo que también redunda en una mayor eficiencia. Y también, a veces, te sirve como arma de defensa personal, sobre todo, si algún perro que se te cruza por el camino viene con ánimo poco amigable.
Conseguí animar, sin mayores problemas, a Juan Carlos, cuñado de Juan Ramón, también amigo y además vecino de la urbanización Rosa Náutica, de La Herradura, y el día 23 de Agosto, un poco antes de las 7:00 salimos rumbo a Peña Escrita. Sabíamos que nos esperaban varias horas de caminata, y para evitar el intenso calor mientras estuviésemos ascendiendo decidimos iniciar la marcha nada más salir el sol.
DSC_7229El trazado a recorrer discurre en su mayoría por el valle del río Jate, la rambla que desemboca en La Herradura y que en la mayor parte del año el caudal de agua es escaso o inexistente. Aunque a veces da algunos sustos, característico de las ramblas que existen a lo largo de toda la costa mediterránea con intensos caudales ocasionales motivados por las lluvias torrenciales que suelen darse con el fenómeno de gota fría.

DSC_7227La subida

LaHerradura_PeñaEscritaSalimos del aparcamiento de la Rosa Náutica, urbanización situada al final del Paso de Andrés Segovia. Cruzamos por debajo de la antigua carretera, la N-340, y nos dirigimos hacia el inicio de la cuesta del Marchante. Nada más iniciar la cuesta y después de haber andando 1,3 km nos encontramos con un conjunto de flechas señalizadoras con los kilómetros que nos esperan por delante:

  • El Cerval 4,5 km
  • El Rescate 8 km
  • Peña Escrita 12 km

Aunque nos está indicando que Peña Escrita está a 12 km de donde nos encontramos, esta distancia es equívoca. Los 12 km que indica son los que hay hasta la entrada de Peña Escrita. Pero a partir de la entrada hay que recorrer varios kilómetros, hasta 4,5 km, para llegar a las zonas de interés del parque natural.
Continuamos subiendo por la cuesta de El Marchante entre un pinar que aparenta haber sido reforestado hace pocos años, en un lado y en el otro, la autovía, hasta que llegamos al collado que se encuentra entre el Cerro del Gorbal y el Cerro de la Capellanía, después de haber recorrido 3 km y de pasar por encima del túnel de la autovía.
Mientras ascendemos no dejamos de admirar La Herradura a lo lejos, con su característica forma de donde ha tomado su nombre, flanqueada por la Punta de la Mona en un extremo, y en el otro, sin ser visible en este instante del recorrido, Cerro Gordo. A mitad de la cuesta se encuentra una de las pocas fuentes que nos encontraremos por el camino, la Fontanilla del Marchante. La pendiente de algunos tramos ha llegado a ser casi del 30%, aunque la media ha sido superior al 13%. No está mal para el inicio. A esta altura podemos divisar entre una cierta bruma matutina la cuenca del arroyo de Cantarriján y al fondo las playas de Maro y la población de Nerja.
DSC_7231A partir de ahí discurrimos por el Camino del Cerval, trayecto sin mayores problemas con una pendiente media de aproximadamente el 1,5%. Después de pasar varios chalets construidos sobre la divisoria y dejar atrás  la Casa del Cura, llegamos a una zona conocida como El Cerval (Alto) donde se encuentran varios cortijos, pero antes de llegar a este lugar  descendemos un tramo de casi 1/2 kilómetro con una pendiente media del 18%.
DSC_7241 DSC_7240Es de ahí de donde sale (o llega, según se mire) un camino, también asfaltado, que une El Cerval (Alto) con El Cerval Bajo. Más adelante comentaremos esta encrucijada de caminos.
DSC_7244Continuamos andando y nos vamos aproximando a la zona denominada El Rescate, con múltiples cortijos desperdigados por doquier. Continúa siendo el camino sin pendiente apreciable.
DSC_7246 DSC_7247 DSC_7249 DSC_7250 DSC_7268 DSC_7276 DSC_7281 DSC_7282 DSC_7286DSC_7287Rebasado El Rescate y cuando ya llevamos andados unos 12,5km llegamos a un sitio donde a nuestra izquierda se encuentra situado el cortijo de La Bóveda, que consta de una construcción reciente y, junto a la misma, una nave muy antigua con muros y enormes contrafuertes de piedra que sujetan un techo abovedado, igualmente de piedra.
DSC_7298Sobre esta edificación se conoce muy poco de ella, o yo he sido  incapaz de encontrar información. Lo poco que he encontrado dice que fue una iglesia cristiana construida por los Visigodos en el Siglo VII. Y otro lugareño nos dijo que era una mezquita de la época de los árabes que ocuparon la zona después de los Visigodos. Supongo que alguien, al ver el estilo de la construcción, una lástima que esté algo ruinosa, podrá datar con mayor precisión la época en que se construyó.
DSC_7319 DSC_7334Llegando a la entrada de Peña Escrita se puede observar a lo lejos la estructura de la nave con sus poderosos contrafuertes externos y su techo abovedado.
A partir de este punto empieza realmente el reto. De una cota de 460m vamos a ascender a otra de 1.100m en un recorrido de solo 5,3 km, es decir, una pendiente media de 12%.
Mientras empezamos la ascensión nos cruzamos con un cortijo que tiene un depósito de riego con un curioso espantapájaros.
DSC_7291Un poco antes de llegar a la divisoria que da a la cuenca del río Seco nos paramos a tomar el bocadillo que llevábamos cada uno y agotamos la reserva de agua que aún nos quedaba. Por cierto, no pudimos con los bocadillos. No había quien se los tomase sin tener nada para beber. Los más de 14km que habíamos caminado y el sol que llevaba rato dándonos de lleno ante los pocos árboles que nos pudieran dar sombra mientras nos movíamos hizo que bebiésemos tanto como que nos quedamos sin reserva para el último trecho.
DSC_7309Por fin, llegamos a la divisoria (13,8km recorridos) y allí otras flechas nos indicaban las distancias que desde este cruce existían a los distintos sitos a los que podíamos ir:

  • El Rescate 4km
  • El Cerval 7km
  • La Herradura 12km
  • Peña Escrita 2km

Pero como ya habíamos indicado, los 2km a Peña Escrita correspondían hasta su entrada. Será para que la gente que llega a este punto no llegue a desanimarse si se encuentra con un cartel que le indica que aún tiene que recorrer más de 4,5km para llegar a destino.DSC_7310 DSC_7313 DSC_7329 DSC_7315
DSC_7340DSC_7346A las 4 horas y 11 minutos de haber emprendido la marcha y recorrer unos 15 km pasábamos por la entrada de Peña Escrita. Y aún nos quedaba un buen trecho para llegar hasta el final. A una velocidad media de 3,5 km/h aproximadamente, quedaba muy lejos de la media alcanzada en el camino, en donde llegábamos a alcanzar medias superiores 4,5 km. Seguro que sería por el calor y por la dificultad del recorrido.
DSC_7328 DSC_7294DSC_7389 DSC_7352 DSC_7337 DSC_7368 DSC_7320DSC_7395Finalmente a las 5 horas y 22 minutos, después de haber recorrido un total de 17km llegamos al restaurante/merendero Los Bañuelos… y descansamos.
DSC_7390Después de recuperar líquidos, bebiendo lo inimaginable – cerveza, Aquarius, agua y más agua, también recuperamos energía tomando unos platos de lo más típico, a base de huevos fritos, patatas y chorizo y pan, mojándolo en la yema del huevo. Qué rico estaba todo. Cuando estás casi desfallecido no hay nada como un buen atracón. Lo regamos con más cerveza y agua y lo completamos con un bombón helado. Estuvimos en esta fase de recuperación más de una hora a la sombra. Y una vez comprado provisiones para el regreso, es decir, 2 botellas de 2 litros de agua, y pagado todo lo que habíamos consumido, emprendimos la marcha de regreso.

La Bajada

PeñaEscrita_LaHerraduraEran sobre las 13:30 cuando emprendíamos la marcha de regreso a La Herradura. Nos quedaba desandar lo andado, pero sobre todo con la precaución de no destrozarnos las rodillas. Las pendientes que nos encontraríamos en el descenso iban a ser muy pronunciadas y no era cuestión de bajar alegremente y lastimarnos.
DSC_7373 DSC_7408 DSC_7409 DSC_7380 DSC_7412El sol estaba en todo lo alto, el calor empezaba a ser sofocante y era difícil encontrar un árbol que nos diese sombra mientras ibas andando. Al principio fue llevadero, pero poco a poco nos fue saliendo el cansancio acumulado durante todo el día. Pero continuamos andando con la esperanza de que el regreso nos iba a ser más soportable.
Cuando llevábamos recorridos unos 4 km apareció un todoterreno con una persona conduciéndolo que se paró junto a nosotros extrañado de vernos bajo un sol de justicia que nos machacaba. Nos contó parte de su vida, de que había trabajado en la construcción de infraestructuras, con FCC, y que ahora estaba trabajando en el servicio de limpiezas de Almuñecar. Se ofreció a llevarnos un poco más adelante pero declinamos la invitación. También se ofreció a darnos agua fresca de un pozo que tenía en su finca que se encontraba un poco más abajo. Nos encaminamos hacia allí, unos 400m más abajo, y curiosamente llegamos al depósito de agua que ya en la subida nos había llamado mucho la atención.
DSC_7292Junto al depósito, y como ya había comentado con anterioridad, había puesto un espantapájaros muy peculiar. Consistía en un cuerpo de maniquí con una cabeza de muñeca. Eso sí, el maniquí llevaba puesto un bikini. No se si sería por un problema de censura o simplemente por no escandalizar a los vecinos, pero el maniquí con su cabeza de muñeca (desproporcionadamente pequeña) y su bikini sorprendía a cualquiera que pasase por ahí. El buen señor nos contó que se vio obligado a poner un espantapájaros porque los pájaros se le comían los peces que estaba criando en el depósito de riego que hacía las veces de mini piscifactoría, al no estar cubierto el depósito. Nos contó también que este valle, el del río Jate era muy rico en aguas subterráneas. También la persona que nos contó la historia del cortijo de La Bóveda, el que nos dijo que venía de los árabes o de mucho más antiguo. Repusimos las botellas con el caño de agua fresca que salía al poner en marcha el motor que llena el depósito y continuamos el camino.
DSC_7416 DSC_7421 DSC_7422Cuando llegamos a El Cerval nos encontramos en una situación harto curiosa. Del camino por donde íbamos salía otro que se dirigía hacia El Cerval Bajo; y si continuábamos por el que íbamos teníamos que subir un repecho que se nos antojó demasiado pronunciado. Recuerdo a Juan Carlos decir cuando íbamos hacia Peña Escrita y pasar por este lugar que a la vuelta nos acordaríamos de lo que habíamos bajado en este trecho pues lo tendríamos que tomar de subida. Pero no fue así. No se la razón pero llegados a este punto tiramos, sin razón aparente, por el camino equivocado. Nos dejamos autoengañar con tal de no tener que caminar un trecho bastante pronunciado cuesta arriba. Esto supuso que si a la ida habíamos andado 17,4 km, la vuelta se hizo algo más larga, siendo de casi 19 km.
La pendiente media que existe entre El Cerval Alto y El Cerval Bajo es de un 14 % existiendo picos del 21 %. Con tales pendientes, si te dejas llevar te aceleras, pudiendo llegar a ser perjudicial para nuestras rodillas. Para evitar destrozarnos las rodillas, tuvimos que ir frenándonos mientras bajábamos lo que repercutió en unas intensas agujetas en los gemelos de las piernas.
En una alberca estaban sobre un madero y expuestas al sol varias ranas que parecían petrificadas. No había manera que se moviesen. Les echamos piedras con cuidado, para solo asustarlas y así tratar de captar un salto de rana, pero no hubo manera.
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Después de la pronunciada bajada en donde nos agotamos progresivamente, llegamos finalmente a la cota de 100m y a partir de ahí el esfuerzo se redujo de forma drástica. Pero llevábamos recorridos 30,5 km y el cansancio era enorme. No podíamos ni con nuestra alma. En este punto Juan Carlos y yo nos separamos.
DSC_7442 DSC_7438Me encontré con un ‘bicho’ que parecía un saltamontes, pero que no se asustó al casi tragármelo mientras andaba, y, por tanto, no saltó. Continuó en la rama y aproveché para hacerle unas fotos. Al final averigüe que era una chicharra alicorta macho.
DSC_7446Crucé por debajo de la autovía, llegué hasta la nacional N-340, crucé por el puente sobre el cauce del río Jate, tomé la calle que conduce al cine de verano para una vez llegado al paseo de Andrés Segovia tiré hacia La Rosa Náutica no sin antes dejar de pasar por el nuevo puente sobre el río Jate. Eran las 18:42 cuando entraba por el aparcamiento de la Rosa Náutica.
DSC_7450El reto de verano había sido superado. Objetivo cumplido. Ahora solo me quedaba descansar y reponerme del palizón que me había metido en el cuerpo. Repuse líquidos, me eché una profunda siesta y al día siguiente estaba casi como nuevo. Eso sí, aún notaba ciertas agujetas en los gemelos de las piernas.

Reflexiones y Consejos

En la subida nos quedamos cortos con el agua. Recomiendo llevar suficiente agua para ir reponiendo la pérdida por sudoración. También es recomendable reponer las sales que se van perdiendo con la sudoración. En especial, el sodio, el potasio y el magnesio. Si nos falta magnesio empezaremos a tener calambres y nos será imposible continuar. Un modo de paliar esta pérdida es tomando bebidas energéticas que su sabor algo salado se debe a la presencia de sales minerales. Encontraremos muchos minerales en las frutas, por lo que es recomendable llevar en la mochila. Por ejemplo ¿plátanos?
Al inicio de esta entrada he puesto una frase de Dalmiro Sáenz a propósito. Solo una observación al respecto de la felicidad. Encontrarla, a veces, no es tan atroz como el escritor dice. A veces, es agradable ser feliz ¿no? A Peña Escrita se puede ir más o menos confortablemente en coche, aunque el coche también sufre con las pendientes. Pero si hubiéramos  optado por el coche, no hubiera tenido ningún mérito. El reto estaba en subir andando, en tratar de superar lo que parcialmente había hecho con anterioridad. Tampoco pretendo hacer imposibles. Nunca me propondré ir a la Luna volando porque se que no puedo a tratar de ser el velocista más rápido del mundo porque nunca lo conseguiría. Pero el reto de subir andando a Peña Escrita estaba dentro de los retos posibles. ¿Porqué? porque había tenido una experiencia previa que me había permitido conocer hasta donde puedo dar de sí andando. Y lo conseguí. Si no hubiera sido así, no hubiera pasado nada. Sería cuestión de prepararme mejor para otra ocasión.
Entre el reto del Camino de Santiago y el de la subida a Peña Escrita encuentro bastantes diferencias, y no solo en los kilómetros recorridos o en los días dedicados. En el Camino tuve la sensación de que llegando a la meta se terminaba lo que con tanta ilusión había empezado. En la subida a Peña Escrita, el esfuerzo de solo un día, estaba deseando llegar a destino, sobre todo en la bajada; y no era por el enorme cansancio. El reto era de otro estilo.
En otra época que no sea la veraniega, probablemente debe ser un reto de menor exigencia, y eso levantamos para iniciar nuestra caminata próxima a la salida del sol, para aprovechar el frescor de la mañana. Quizás hubiera sido mejor haber empezado cuando el día empezaba a clarear.
Insisto en lo del agua. No escatimar esfuerzos en cargar con suficiente agua o bebidas energéticas  para todo el camino. Salvo la fuentecilla que nos encontramos en la cuesta del Marchante, al inicio de la caminata, no encontramos ninguna más. El buen señor que nos proporcionó agua a la vuelta nos dijo de una fuente cerca de El Rescate, pero que te tenías que desviar del camino ¿valía la pena desviarte unos cuantos cientos de metros?
También en algún portal de senderismo se recomienda llevar barritas energéticas y frutos secos, algo que todos hemos hecho alguna vez pero que esta vez no fue así.
Puede que con estas consideraciones no hubiera sido tan dura la caminata. Pero más de 37 km, y en pleno verano, no deja de ser un reto. Y así lo consideramos. Un reto al alcance de mucha gente. Y si por el camino empiezan a flaquear las fuerzas, mejor no continuar.
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Enlaces

Los dos recorridos, el de subida y el de bajada, se encuentran en los siguientes dos enlaces:

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¿Porqué has hecho / harías el camino?

Me gustaría saber la opinión de todos los que accedéis a este blog, de los motivos de por el que lo hicisteis, o de porqué os gustaría hacerlo. Sé que no es una respuesta fácil de responder. Al menos para mi no lo ha sido, ni lo está siendo. Fue una idea que tuve en su momento, de que cuando tuviese suficiente tiempo haría el Camino de Santiago, y así fue como me embarqué en ello. ¿De porqué me dio por ahí? ¿Cuándo pensé en ello o quién me habló? Recuerdo un día en el área de descanso de Valcarce que vi a unos peregrinos. Quizás fue cuando tomé la decisión.
Muchos de los extranjeros alegan que es por haber visto la película The Way. Muchos alegan motivos de libertad/encontrarse a sí mismos, y hay otros que me han llegado a comentar que era para poder ponerlo en el curriculum vitae como proeza realizada…
Yo aún continúo buscando la razón, las motivaciones. Supongo que son varias, o que son difíciles de expresarlas en pocas respuestas.

El panel de respuestas no es muy versátil. Sería conveniente elegir una de las dos primeras preguntas. Y en el comentario, si se ha hecho, indicar cuánto de el camino que se ha hecho y de qué modo (bicicleta, andando, en coche (je,je),…)

Gracias por vuestras respuestas.

PD: Si queréis leer sobre motivaciones, encontré un estudio realizado sobre el tema que puede os interese leer:
Estudio sobre las motivaciones para recorrer el Camino de Santiago

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Etapa 34 – The Dream is Over

Fisterra – Fisterra
«Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.» Pablo Neruda
El sueño ha terminado. Sí, definitivamente lo que empezó como una ilusión, como un sueño, ha finalizado. Sin hacerme trampas.
Esta mañana ha sido un paseo. Un paseo desde el albergue Finistellae hasta el cabo de Finisterre. Y regreso. Por el camino me he encontrado con caras conocidas. Un italiano con el que coincidimos en Roncesvalles, compañero de litera, y me ha recordado los ronquidos de Carlos. Con una joven austríaca que andaba muy rápido. Otro italiano que me ha saludado y felicitado dándome un abrazo.
Finisterrae es un paraje singular, donde me he hartado de hacer fotos. Y debo decir que he tenido suerte. Suerte porque cuando ya regresaba a Fisterra pueblo ha sido cuando se me ha estropeado la cámara fotográfica. Después de casi 4.000 fotos ha dicho que basta. No se ha portado mal. Realmente ha sido un armatoste pesado pero que me ha permitido disfrutar haciendo fotografías que me permitirá rememorar este más de un mes que me ha llevado completar el camino.
Mientras esperaba el autobús me he sentado a tomar un aquarius y un café con leche y he conversado con el dueño del bar. Notan la crisis y la competencia de los albergues dando desayunos. En Fisterra existen muchos albergues, más de 15, muchos de reciente apertura, quizás demasiados para el número de peregrinos que deciden realizar el camino de Fisterra.
El billete Fisterra-Santiago cuesta 13,10 € y dura unas 2 horas y media. Son 140 km bordeando la costa y paradas intermedias. Una de ellas en la estación de Renfe que es donde me bajaré.
Y eso es todo.
Agradeceros el seguimiento que habéis hecho del blog y las muestras de ánimo y elogios recibidos.
Un abrazo
Fisterra, a 9 de Mayo de 2013
Fisterra – Cabo Finisterre – Fisterra
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Salí del albergue más tarde que la mayoría de los días, sobre las 8 de la mañana y después de haber desayunado en el mismo albergue. La primera vez después de treinta y tantos días que iba sin mochila. El día anterior había andado casi 50 km y hoy solamente tenía previsto una caminata hasta el faro que se encuentra a unos 2 kilómetros y medio del núcleo urbano de Fisterra. No me iba a llevar mucho tiempo, unas dos horas, incluyendo el tiempo que iba a estar en el cabo de Finisterre, considerado como el extremo más occidental de la España peninsular, lo que no es del todo cierto, ya que el más occidental corresponde al cabo de Touriñán, que se encuentra entre Fisterra y Muxía.
DSC_6908DSC_6911Nada más tomar la carretera de acceso al cabo, nos encontramos con la iglesia parroquial de Santa María Das Areas, del siglo XII.
DSC_6916Continúo por la carretera que se extiende paralela junto a la ría de Corcubión en dirección al cabo de Finisterre, cuando me encuentro con un cartel que me dice: ‘Bienvenido a Finisterre, Fin del camino terrenal, bajo la Vía Láctea‘.  Y dejo por el camino la ruta del monte de San Guillermo, itinerario que te lleva hasta lo alto del monte desde donde deben divisarse unas magníficas vistas de la ría por un lado, del océano atlántico por el otro y del cabo de Finisterre y su faro en un extremo. Este recorrido sin recorrer lo dejo como excusa para volver en otro momento para rememorar mi camino y para descubrir nuevos encantos. Dicen que ahí se encontraba el lecho de piedra de San Guillermo, adonde iban a yacer las parejas que deseaban tener descendencia, tradición celta y atlántica de muchos otros países. Este lecho es considerado por algunos como el altar de culto ancestral al Sol – Ara Solis – conocido por los romanos allá en el siglo I y que había sido construido por los pueblos que habitaban la zona mucho antes de la llegada de los romanos a este lugar, y que ya era lugar de peregrinaje para rendir culto al dios Sol.
DSC_6927DSC_6929El monumento al peregrino, situado en un mirador del recorrido, resulta algo fantasmagórico. No sé si sería por el color grisáceo de la escultura, o el día que hacía, algo nublado y oscuro. El escultor parece como que tuvo la intención de reflejar en el peregrino metálico el esfuerzo realizado y el cansancio acumulado durante tantos días de caminata, además de dotarle de una postura inclinada hacia adelante, que le ayudase a compensar la intensa fuerza del viento frontal. Afortunadamente, siempre hay un alma caritativa que se apiadó del peregrino y le colocó una margarita junto al puño de hierro agarrotado de tanto sufrimiento.
DSC_6930DSC_6931A pesar de lo nublado del día, la retama no dejaba de alegrar la caminata con sus intensos amarillos destacando sobre un océano azul algo apagado. Debe ser impresionante hacer el recorrido con las olas golpeando las rocas que se hunden en el océano. Pero si de este modo hubiera disfrutado con las fuerzas de la naturaleza manifestándose en toda su magnitud, no hubiera podido contemplar la labor de los pescadores junto a la costa, ni los pájaros acompañándoles siguiendo el rastro que los barcos iban dejando tras de si.
DSC_6933Veinte minutos faltaban para las nueve cuando llego a las puertas del faro de Finisterre, majestuoso, blanco, destacando sobre la naturaleza impresionante del paraje en donde se halla enclavado. ¿Qué aspecto tendría la zona sin esta mole clásica? la del faro del Fin del Mundo, el que tantas veces habrá servido de guía, de soporte a tantos barcos, y que a pesar de su existencia, la zona pasó a llamarse Costa da Morte.
DSC_6941DSC_6944Dejé a mi derecha el faro y continué hasta el extremo del cabo, hasta donde se encuentra otro símbolo del peregrino, la bota, la que nos ha permitido echarnos sobre nosotros tantos y tantos kilómetros; o en otros casos, la que no ha evitado el dolor y sufrimiento en los pies sensibilizados por tantas horas de andar con peso, y que terminaban doloridos por las rozaduras y ampollas que iban apareciendo poco a poco.
DSC_6947En este monumento a la bota fue el sitio más alejado de Saint Jean Pied de Port hasta donde llegué. Había culminado mi camino. Lo había conseguido, después de haber andado desde el 4 de Abril que salimos Rafa, Carlos y yo de Saint Jean, casi 900 km. Me sentía satisfecho después de esta pequeña proeza, con el premio de poder contemplarme rodeado de un intenso océano. Dicen que lo más espectacular es poder observar la puesta de sol desde este lugar. Pero ni era la hora, ni la climatología adecuada. Por tanto, hice unas cuantas fotos de los alrededores y…
DSC_6950DSC_6953DSC_6954DSC_6956DSC_6959DSC_6960DSC_6970DSC_6973DSC_6982DSC_6987DSC_6991…la cámara dijo que también había llegado a su destino, que no quería andar más haciendo fotos…y se estropeó. Aguantó, curiosamente, hasta llegar a lo más lejos que podía llegar, al cabo de Finisterre. Después de 4.211 fotos que tomé del camino durante 37 días, se bloqueó. La cortinilla se atascó y dejaba unas franjas diagonales, aleatoriamente, en las fotos que tomaba.
20130509_090136A partir de ahí, las pocas fotos que hice las fui tomando con el móvil. No tenía zoom, pero ya no importaba nada. Y no podía quejarme de mi suerte, la que se quebró cuando había llegado al final del camino.
20130509_092030A la vuelta me encontré con gente conocida, la que me había encontrado en el camino, y que volvíamos a coincidir, ya de vuelta, habiendo realizado el sueño que nos habíamos propuesto realizar hacía ya bastante tiempo. Este sueño quedará en el recuerdo, como también quedará en el recuerdo el camino y toda esa gente maravillosa con la que coincidí esporádicamente mientras caminaba.
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Etapa 33 – Y el océano se mostró ante mi

Santa Mariña – Fisterra
«Cada hombre tiene que inventar su camino.» Jean Paul Sartre
Salí del albergue Casa Pepa un poco antes de las ocho de la mañana y empecé a caminar  con la intención en firme de llegar a Fisterra. Pero que tampoco pasaba nada si no llegaba, y me tenía que parar por el camino.
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El albergue está junto a la iglesia cementerio, de corte muy similar al resto de iglesias que he podido observar en las aldeas de Galicia.
DSC_6663DSC_6660Empecé mal. Nada más andar  algo más de un kilómetro tiré por el camino equivocado, dirección Muros. Después de andar más de kilómetro y medio por la ruta equivocada se me ocurrió mirar el navegador, dándome cuenta del error. Desandé lo hecho y tiré por el camino adecuado.DSC_6685
DSC_6692Hay que estar muy atento con las flechas casi borradas que indican el camino a seguir. Si vas despistado, ya sea hablando, que no era el caso, o por la lluvia arreciando, o simplemente pensando en las musarañas, no es raro que se te pase alguna indicación.
DSC_6677DSC_6686DSC_6689DSC_6690Me crucé con uno que había salido del albergue después de mi. Lo adelanté y coincidimos de nuevo en un bar. Ahí, que andaba justo de dinero, tuve que pagar la consumición con VISA cargándome 0,50 € de comisión. Prefería esto que quedarme sin nada de dinero. El cajero más cercano estaba en A Picota, pero me hubiera tenido que desviar en exceso del camino; y entre mi equivocación y este desvío, hubiera superado los 50 km holgadamente. Cuando pasé el día anterior por Negreiras no le di importancia al poco dinero que llevaba encima… y en Negreiras sí que habían cajeros.
DSC_6694DSC_6703DSC_6711DSC_6713DSC_6728En un punto de la ruta, a unos 15 km de Cee, había un cartel junto a un bar en que avisaba de que éste era el último que podía encontrarme hasta llegar a Cee. Paré y tomé un aquarius y un plátano. Rellené la cantimplora y me puse en marcha de nuevo.
En todos estos 15 km sólo coincidí con un ciclista, que me adelantó cuando faltarían unos 8/9 km para llegar a Cee. Como iba con los auriculares, no le oí llegar, y cuando me adelantó me dio un cierto susto. Me preguntó si me encontraba bien – ¡cómo me vería! – me dijo si sabía lo que quedaba para Cee, recordaba lo que llevaba andado – me lo avisa por voz el programa oruxmaps – se lo dije y continuó, quedándome de nuevo en la más total de las soledades. Bueno, con la lluvia y la música, y sudando a tope.
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También me crucé con un parque eólico, con sus aspas girando a tope, y me acordé de Don Quijote y su lucha con los gigantes-molinos de vientos. ¿Tendría que luchar yo también, y estando tan solo como estaba? je,je.
DSC_6736DSC_6749DSC_6750DSC_6751DSC_6758El recorrido resulta ser impresionante de bonito. A pesar de la lluvia, y día gris, el color que me rodea es fascinante. Pero la sensación de soledad era enorme y fue en aumento. Y además llovía, terminando totalmente mojado entre la humedad y el sudor, lo que repercutió en que físicamente me fuese deteriorando, con ciertas rozaduras/escoceduras que molestaban al andar.
DSC_6762DSC_6763DSC_6765DSC_6768DSC_6772DSC_6780DSC_6797DSC_6804DSC_6808DSC_6781Pero tenía que seguir. Mi estado anímico lo mantuve elevado escuchando música, Bee Gees, clásica… Y seguí, seguí, los kilómetros fueron cayendo uno tras otro hasta que finalmente, sin esperármelo, el mundo se mostró ante mí.
DSC_6820DSC_6825Emocionante fue cuando apareció enfrente de mi la ría de Corcubión con Cee al fondo. Fue un momento sublime, por el paisaje espectacular que se me mostró de repente. Me emocioné más que cuando llegué a Santiago. En Santiago éramos muchos. En Cee, estaba yo solo, saliendo de la soledad, reencontrándome con la civilización. ¿Deseaba volver a la civilización?¿estaba preocupado por si me pasaba algo? No sé, pero me alegré cuando vi el océano, las barcas, las casas…y un aldeano que iba subiendo en dirección contraria. No se la razón pero el objetivo se empañó de repente, sin que pudiese tomar fotos en condiciones. No enfocaba ni medía la luz correctamente. Quizás el destino no quiso que este momento de fascinación que se mostró ante mi fuese compartido. Lo siento. Aún tengo que ver el estado de las fotos. El empañamiento de la lente desapareció finalmente, permitiendo continuar haciendo fotos en buenas condiciones.
DSC_6847En Cee conseguí sacar dinero de un cajero, desviándome algo de la ruta que tenía marcada, no porque buscase un cajero, no. Otra vez despistado sin ver la flecha indicadora oportuna. Con la cartera repuesta, continúe la etapa como pude. Pero no parecía que tuviese final. Aún me quedaban casi 3 horas para llegar a Fisterra.
DSC_6861En Corcubión me paré de nuevo a tomar un aquarius y un café con leche. Me daba vergüenza lo mal que olía, pero qué le iba a hacer. Todos los días me aseaba, duchaba, cambiaba de ropa… pero con la lluvia me aislaba del exterior como podía, lo que hacía que estuviera totalmente bañado en sudor, un olor concentrado e intenso. Tendré que analizar qué hacer, que vestir en estas circunstancias…
Después de Corcubión, venía Sardiñeiro y finalmente Fisterra Pueblo.
DSC_6878DSC_6887DSC_6889Tenía claro que al cabo de Finisterre, en mis lamentables circunstancias, no podría llegar. El recorrido lo haría al día siguiente. Eran poco más de 2,5 km, que contando la vuelta para dormir en un albergue, hubiera alargado la etapa otros 5 km.
DSC_6894El paseo marítimo de Fisterra también se me hizo interminable (más de 2 km) y después, encontrar el albergue que me habían recomendado, también. El albergue al que iba se encontraba en la salida del pueblo, en el otro extremo de por donde había llegado. Arrastrando mi alma como pude llegué finalmente. No estaba mal, pero me lo esperaba mejor. Una vez que me duché, bajé con toda la ropa para que la lavaran y secaran. ¡Qué mal olía la ropa!.
Fui a cenar a un restaurante alemán, como pude y todo dolorido por las rozaduras, y me hinché a cenar: espaguetis al ajo y aceite, carne empanada con patatas y tarta de santiago regada en orujo blanco, por indicación mía. Y por bebida, una enorme jarra de cerveza y otra más pequeña. Hubiera continuado comiendo y bebiendo hasta reventar.
Y después, vuelta al albergue, arrastrándome otra vez de cansancio y de dolor. recogí la ropa, la ordené y la guarde en la mochila.
Me metí en la cama para levantarme a las 7:00 para ir al cabo de Finisterre.
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No quería dejar de mostrar estos bichos que ya he comentado en etapas anteriores: las babosas negras y repugnantes, y los caracoles. Es algo curioso que en Galicia, con la cantidad de caracoles que puedes encontrarte, no exista ningún plato típico, pero todavía es más curioso que no se recojan y se vendan en otras provincias que son consumidoras de caracoles. Quizás sí lo hacen…
DSC_6675DSC_6676DSC_6668Incluyendo los errores, el recorrido total fue de 49,7 km, hecho en 11:42, incluyendo también las paradas intermedias.

El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Santa Mariña – Fisterra

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Etapa 32 – Yo no creo en las Meigas, pero haberlas haylas

Santiago – Santa Mariña
«Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.» Cicerón
Rafa decidió abandonar el camino. Parece ser, según me ha contado, que ha sido para resolver unos asuntos que no podían demorarse, que el mismo miércoles tenía que resolver.
Hubiera podido quedarme algún día más en Santiago y despedir a muchos peregrinos que habían sido compañeros furtivos durante algunas etapas y que sabía que en un par de días como mucho podría coincidir, felicitarles por la proeza y desearles lo mejor en su vida, después del esfuerzo realizado durante más de un mes. Pero decidí irme. No me gustan las despedidas. Y también fue mi oportunidad de finalizar el camino como realmente quería hacerlo. En solitario. Y qué solitario y qué soledad la del Camino de Fisterra.
DSC_6502Empecé temprano, tanto como que con la oscuridad me llegué a perder. Perdido durante unos minutos, pero que resolví con la tablet, viendo que el trazado iba por otro lado. Desandé parte de lo andado y recuperé el itinerario.
Aún no llovía cuando empecé la etapa… pero fue estropeándose hasta empezar a lloviznar y finalmente a llover.
Salí sin desayunar y tuve que andar casi dos horas hasta encontrar un bar (unos 8 km con el estómago protestando).
DSC_6508DSC_6509DSC_6510DSC_6517DSC_6520DSC_6525DSC_6530La salida de Santiago ha sido de las más bonitas de una gran ciudad. El recorrido inicial iba rodeado de helechos, eucaliptos y robles. Era conmovedor, por la semi-oscuridad y por no encontrarme con ningún peregrino… hasta un poco antes de desayunar. Coincidí con un peregrino de Florida que iba en sandalias y calcetines. Imaginaos como debería tener los pies, con la cantidad de charcos y barro que tenía que cruzar. En el bar, desayunando, cerca de Portela, aparecieron otras dos peregrinas.
Con tanta lluvia, y con todo tan mojado, tenías que ir con sumo cuidado de no ir pisando ‘miles’ de caracoles y babosas, babosas negras y repugnantes.
Terminé totalmente mojado, entre lo que llovía y lo que sudaba. Y no tenía bastante con la climatología adversa que me crucé con unas aldeanas, una de ellas sujetando un perro grande, y otros chuchos pequeños que se empeñaron en querer morderme. Suerte que iba con los bastones y los ahuyentaba, pero hasta que no me alejé suficientemente no dejaron de importunarme.
Crucé el río Tambre por el puente Maceiras situado en Ames. Junto al puente se encuentra la ermita de San Blas. Eran sobre las 11:30 de la mañana.
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Nada más abandonar la aldea donde se encuentra el puente y la ermita me metí de lleno en otro bosque fantasmagórico en donde la humedad era altísima.
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Al llegar a Negreiras decidí continuar. Eran pocos los kilómetros que había recorrido, a pesar de la equivocación, y sobre todo había llegado un poco antes de las doce y media.
DSC_6564DSC_6576 DSC_6577DSC_6579DSC_6583DSC_6590DSC_6593DSC_6594DSC_6599DSC_6613DSC_6640DSC_6641Y tanto continúe que llegué a Santa Mariña, donde estaba el albergue Casa Pepa.  Eran las 17:51 cuando dejé de registrar el recorrido con el navegador. Decir que el albergue me ha parecido estupendo, por la infraestructura y por el trato de Paco, el hospitalero. Cené en el único sitio que había, en el mismo albergue, el menú del peregrino.
Destacar de la etapa la ausencia casi total de peregrinos y el error en el navegador o en la tablet.
El no encontrarme con casi peregrinos sería por la hora tan temprana que empecé el itinerario y también porque el camino de Fisterra no está tan concurrido como el camino francés. Además, muchos deciden hacerlo en autobús.
Me di cuenta a tiempo de que el programa que utilizo para navegar se había parado. Fue poco antes de desayunar (eso creo, viendo el track). Lo arranqué de nuevo con la buena fortuna de que pude retomar el ‘track’; el recorrido real que realicé es más largo que el que figura en el registro, pues une en línea recta el inicio del nuevo track con el final del anterior. Por lo que pude observar sería más un fallo del sistema operativo de la tablet que del programa, pues cuando me di cuenta de que no funcionaba el programa, tampoco estaban funcionando otros programas que arranco con antelación. Algún tipo de ‘reseteo’ había ocurrido. No está mal, si tenemos en cuenta que éste es el primer fallo destacable que he observado en la tablet. Por lo demás, me ha funcionado de maravilla.
Allí, en el albergue, coincidí con un amigo de Won, el coreano. Su objetivo era hacerse 1.000 km, y que cuando los hiciera me dijo que llegaría a saber la ‘verdad’ del camino. Tenía 41 años, aunque aparentaba bastante menos. Era empresario dedicado al desarrollo de juegos para PC. Preguntado por la razón del camino, como otros muchos, comentó que era por haber visto la película The Way, y por desconectarse de la cotidianeidad. La sociedad coreana es muy exigente y competitiva con el individuo. En el camino se liberan de esta presión. El iba solo. Y un comentario suyo fue la de que a los coreanos les gusta ir en grupo. No a él.

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Hice 42,8 km en 11:12.

El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Santiago – Santa Mariña

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Etapa 31 – Una bella historia de amor

Arzúa – Santiago de Compostela
«No olvides nunca que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos.» O. K. Bernhardt
Nos levantamos a las 6:00, como la mayoría de los días. Y nos pusimos a andar a las 7 de la mañana. desayunamos en el mismo Arzúa, cerca del albergue, a conciencia, pues teníamos en mente tratar de llegar a Santiago: unos 40 km de marcha, el día que más íbamos a andar. No era algo imposible de realizar y era lo que nos habíamos propuesto.
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Al salir de Arzúa, habiendo caminado más de 1 km y ya por un camino entre árboles, apareció una joven, sin mochila y con cara de enorme preocupación, que al saludarla con el ‘buen camino’ se dirigió a nosotros contando lo que le ocurría.
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Su amigo se encontraba muy enfermo en la espesura del bosque. Parece ser que había sufrido una intoxicación alimentaria. Rafa, que tenía el teléfono de la empresa que se dedica al transporte de mochilas de los peregrinos comodones, llamó para que viniera un taxi para recoger al enfermo y llevarlo a un centro de salud. Mientras esperábamos el taxi nos contó la joven que junto a su amigo habían decidido pasar la noche en la espesura del bosque y con el paso de las horas él se empezó a encontrar cada vez peor lo que hizo que la amiga fuera en busca de ayuda. El taxista no nos encontró a la primera de cambio, a pesar de llamar al móvil de Rafa en reiteradas ocasiones. Rafa suele tener el teléfono en silencio uno se acuerda de ponerlo activo nada más despertarse. Unos peregrinos, al vernos en el camino con el enfermo, nos dijeron que se habían encontrado con un taxi un poco más atrás que estaba buscando un enfermo. Rafa le llamó de inmediato y el taxi aparwxió muy rápidamente. Los dos jóvenes, ella de California y él de Canadá, se montaron en el taxi con sus mochilas y el taxista les llevó a un centro de asistencoa médica. No sanemos el desenlace de la historia. Quizás lo que iba a ser una bonita historia de amor terminó en nada. No sabemos que pasó realmente. Eran muy jóvenes, menores de 20 años, ella muy guapa y él muy niño, más encontrándose tan mal.
Después de casi una hora atendiendo a los dos jóvenes reemprendimos la marcha, reconfortados por haber hecho una buena obra. Sobre todo, como siempre, Rafa.
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A medida que nos vamos acercando a Santiago son cada vez más los peregrinos que encontramos, sobre todo grupos de ciclistas. Como todos sabéis, se puede obtener la Compostelana recorriendo los 100 últimos kilómetros, que es donde se encuentra aproximadamente Sarria.
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Esta vez fuimos caminando juntos la mayor parte del recorrido, hablando tanto como que una vez nos despistamos y no vimos una flecha amarilla que debíamos seguir. Suerte que una señora nos indicó el camino correcto y nos fuimos para él sin rechistar. Una pequeña vuelta y unos metros de más.
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Por el camino nos paramos un par de veces. Una para reponer fuerzas, una cerveza y una ración de empanada de carne, y la siguiente para tomar un Acuarius, ya cerca del Monte do Gozo.
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Estuvimos hablando un buen rato con un doctor que estuvo en Irak como médico militar y que aparentemente fue partidario de Margaret Tatcher.
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En Lavacolla estaban de fiestas y coincidimos con el recorrido de una carrera popular muy numerosa.
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Finalmente llegamos a Santiago donde cerca de la catedral nos encontramos con Ray, el piloto, que emocionado fue el primero en darnos la enhorabuena. Él había llegado el día anterior y había estado en la misa de peregrinos del domingo, a las doce del mediodía, que debe ser el día realmente digno de asistir, pues, según nos contó, actúa un coro buenísimo y puedes ver el botafumeiro en acción.
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Ray nos llevó al centro de peregrinos donde nos entregan la Compostelana, diferente según sea por motivos religiosos u otros. A mí, que justifiqué haber hecho el camino por motivos personales, me entregaron la religiosa. También me dijeron que en los últimos 100 km debemos sellar varias veces la credencial, el doble de las que habíamos sellado. No es ningún problema llegarlas innumerables veces. En cualquier parte, ya sea bar, iglesia, puestos ambulantes,… te sellan la credencial.
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Después, Rafa y yo nos fuimos a una pensión que habíamos hecho la reserva por teléfono, donde pasar la noche cuesta 15€ a cada uno, y que por fin podíamos dormir en cama real y sin que nadie nos molestase roncando. Ni Rafa ni yo roncamos.
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Después nos reunimos con Ray a tomar unas cervezas y por ahí pasaron multitud de peregrinos que conocíamos, con los que nos saludamos, felicitamos mutuamente y conversamos. Impresionante ha sido la distancia recorrida en esta última etapa por una joven pareja italiana con la que hemos coincidido en multitud de ocasiones, que fue de 56 km.
El recorrido no es exageradamente bonito y parte de él se realiza por zonas urbanizadas.
Los 39,3 km lo hicimos en 10 horas. Ha sido el más largo, pero no hemos sufrido ningún problema físico y la moral siempre se ha mantenido alta.
Ahora descansaremos un par de días en Santiago, para luego seguir hasta Finisterre. Probablemente, la aventura finalice el próximo fin de semana.
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El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Arzúa – Santiago de Compostela

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Etapa 30 – En la recta final

Palas de Rei – Arzúa
«Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará» Agatha Christie
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Hoy de nuevo he hecho el recorrido la mayoría de tiempo solo. Rafa suele ir a un mismo ritmo, sin parar, excepto cuando ayuda a alguien. Como yo voy parando constantemente haciendo fotos, nos vamos distanciando hasta que lo pierdo de vista.
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Después de recomponer la mochila a la japonesa con la que también cenamos ayer, nos pusimos en marcha, buscando donde desayunar en Palas de Rei, algo que fue imposible por lo temprano que era.
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Al cabo de un rato encontramos un albergue con cafetería abierta al público, lo que aprovechamos para desayunar. Café con leche, tostada y zumo de bote (3,5€). El hospitalero, dueño del albergue privado se quejaba de la competencia que supone para los albergues privados los albergues de la Xunta con precios fijos de 6€, cuando los privados cobran mucho más (>8€). También los privados ofrecen servicios que los públicos no dan, para no hacer la competencia excesivamente a la privada (pe WiFi).
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A partir de ahí Rafa empezó a distanciarse, eso que yo, aunque hacía fotos, iba a buen ritmo, pues iba adelantando a algunos peregrinos.
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La gente se las ingenia para sacar dinero al peregrino con puestos en los que se ofrece gratis bebidas y productos de la tierra, a cambio de un (pequeño) donativo. Y el colmo ha sido la de un grupo de rumanas, sí, rumanas, pidiendo solidaridad con los mudos y sordomudos a cambio de un donativo, mediante un formulario que venía en inglés y español. Yo no he dado donativo y al hacerles unas fotos han mostrado unos modales groseros.
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Otras anécdotas pueden ser la profusión de teléfonos de taxis dispuestos a socorrer al pobre peregrino que ya no puede más. O también ofreciendo publicidad de albergues, hostales o restaurantes. Y chiringuitos donde poder estampar un sello en la credencial y tomar algo de beber o comer a cambio de un donativo.
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En la iglesia parroquial de San Xoan de Furelos (Melide) se encuentra la antigua imagen de Santa Lucía flanqueada por las imágenes de San Antonio y San Roque. Enfrente, se encuentra la imagen de Cristo en la cruz con la particularidad de que el brazo derecho lo tiene caído. ‘Furelos’ (‘furats’ en catalán) significa ‘agujeros’.
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En Melide paré en una frutería atendiéndome una amable y joven dependienta que se interesó por el camino, tanto como que me dijo que pensaba hacerlo en poco tiempo, pero por tramos, pues no contaba con suficientes días de vacaciones para hacerlo de un tirón.
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Encontré de nuevo a Rafa que me esperaba al final de una enorme subida. Nos tomamos una bebida y continuamos la marcha, separándonos de nuevo.
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Ni que decir tiene que de nuevo los ratos que he andado solitario me he puestos los auroculares y he oído música.
Una gozada. Esta vez a Eagles, y también música clásica.
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El recorrido, los 28,8 km, los he realizado en 7 horas y media

El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Palas de Rei – Arzúa

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Etapa 29 – El color del camino

Ferreiros – Palas de Rei
«El niño es realista; el muchacho, idealista; el hombre, escéptico, y el viejo, místico.» Goethe
Iba a titular esta entrada como la canción de los Beatles, Qué noche la de aquel día, pero he optado por ser optimista y es la que he dejado. Ha sido una noche toledana, de las pocas, por no decir la única, que he dormido mal. Y todo ha sido por un francés que padecía apnea obstructiva del sueño y que le obliga a ir con un respirador portátil eléctrico. Este aparato hace ruido pero menos molesto que los ronquidos de algunos peregrinos. El hecho en sí fue que como Rafa y yo estábamos junto a un enchufe, y no habían otros, le pidió a Rafa si le cambiaba el sitio, a lo que Rafa le pareció correcto. A mí también me hubiera parecido correcto si…
…si no hubiera pasado lo que pasó. El aparato respirador le ayudaba a respirar inyectándole aire frío en los pulmones que expulsaba por la mascarilla, aire frío que me llegaba directamente a mí en toda la cara… ya no era solo el ruido de la respiración y la del aparato, sino que también era el aire frío que expulsaba de sus pulmones que iba directamente a mi cara y que terminaba respirando sin saber que padeciese una enfermedad contagiosa sin saber si lo que padecía era o no contagioso (ver comentario). Entiendo que estas personas tienen el pleno derecho a realizar el camino, pero entiendo que respetando al resto de los peregrinos, que no tienen porqué sufrir el problema de otro peregrino. Tiene otras opciones como la de ir a hostales que son económicos y así no molestan a nadie.
DSC_5990DSC_5995DSC_5999DSC_6000DSC_6002DSC_6003DSC_6005DSC_6006Después de la noche que dormí a trompicones, nos levantamos como de costumbre, salimos del albergue, mañanita fresquita, y nos paramos a desayunar en el primer bar-restaurante que encontramos, a 200 m del albergue. Allí nos pusieron la mayor tostada que jamás haya comido. Suele ser común hablar con los demás peregrinos de lo acontecido por la noche, si ronquidos, si frío, o de cual el próximo destino.

DSC_5994DSC_6160Las pequeñas iglesias de las parroquias de Galicia suelen tener anexado el cementerio el cementerio del pueblo/aldeas. No se si en la actualidad continúa siendo igual, pero lo que yo he podido observar es esta presencia de los que se han ido junto a la iglesia.DSC_6122
DSC_6034DSC_6105DSC_6091Supongo que a estas alturas del blog nadie dudará que el color del camino es el amarillo. No se cual fue la razón de elegir este color para indicar mediante flechas amarillas la ruta a seguir cuando no está clara la elección. En un artículo de El País viene explicado el origen de la flecha amarilla. La flecha amarilla es utilizada a veces por los dueños de bares y restaurantes para despistar al peregrino y así llevarle hasta la puerta de su establecimiento. Los que son honestos ponen junto a la flecha amarilla indicación del tipo de establecimiento en cuestión.

DSC_6072DSC_6068Portomarín, pueblo que desapareció al construir un embalse y que se reconstruyó en parte, es un laberinto de flechas amarillas. Todos los comerciantes quieren que el peregrino pase a las puertas de su negocio y se las ingenian tendiendo trampas al peregrino. Quizás exagero, pero también decir que estas prácticas son algo común.
Lo del color amarillo llegas a entenderlo cuando en primavera los campos se llenan de flores amarillas de la ginesta.
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En la siguiente fotografía aparece mi sombra con un halo en mi cabeza. No, no era que a medida que avanzaba por el camino mi espiritualidad crecía. Como podéis imaginar, era un efecto óptico curioso que ya habíamos observado en otras etapas previas.DSC_6018
Fuimos avanzando hacia Palas de Rei hasta que llegamos al albergue de la Xunta (albergues públicos equivalentes a los municipales) el que se encuentra a las afueras. Como queríamos estar céntricos, nos fuimos a otro de la Xunta que se encontraba en el centro de Palas.DSC_6055DSC_6053DSC_6052DSC_6036DSC_6032DSC_6021DSC_6017DSC_6012DSC_6009DSC_6008DSC_6171
Ahí, la sorpresa fue mayúscula. Nos encontramos de nuevo con Ricardo el brasileño que habíamos perdido su rastro cuando nosotros nos detuvimos un día en Pamplona para que Mariola se pudiera incorporar con nosotros. Tuvimos una gran alegría el reencontrarnos. Preguntamos por otros conocidos, si sabía algo de ellos, de cómo le iba, etc.
DSC_6048DSC_6133Por indicación de un hospitalero fuimos a cenar al Mesón de Ulloa, regentado por Joan, un catalán de los pirineos leridanos, que había realizado unos 38.000 km en el camino,casi todo por el camino del norte. Rápidamente supo que era catalán y me empezó a contar su historia de peregrino y de aficionado a la fotografía. Ahí cenamos un menú de peregrino pantagruélico junto a una canadiense, una coreana y una japonesa que estaban en el mismo albergue.DSC_6184

El recorrido de 34,2 km lo realicé en 8 horas y media.

DSC_6136DSC_6112DSC_6004DSC_6176El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Ferreiros – Palas de Rei

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Etapa 28 – Esplendor en la hierba

Triacastela – Ferreiros
» Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello que en mi juventud me deslumbraba, aunque ya nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza subsiste en el recuerdo.» William Wordsworth
Por fin hemos tenido el primer día soleado en Galicia. image

Pensaba que el sol era solo un leve sueño, un bonito recuerdo, un deseo. Pensaba que el final de nuestro recorrido sería triste y gris, además de frío y destemplado.
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Tímidamente las nubes que amenazaban lluvia han ido disipándose y la naturaleza ha brillado en todo su esplendor.
Esplendor en la hierba es el título de esta etapa, porque realmente el sol se reflejaba en todas y cada una de las praderas cubiertas por un manto de verde hierba y peinadas por una suave brisa que ondulaba finamente su extensa cabellera, sembrada con flores de vistosos colores amarillos, violetas, blancos…
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Supongo que todos recordaréis la película, Esplendor en la hierba, sobre un amor, imposible socialmente, de adolescentes, y el reencuentro nostálgico, años más tarde, de estas dos personas, con sus propias vidas, con su propios mundos, con sus recuerdos compartidos. Más que el amor, lo que se había ido era la juventud, pero quedaba el recuerdo, quedaba el esplendor en la hierba.
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De nuevo me he encontrado con vacas en formación alineada. No se si solo ocurre con las vacas en Galicia, o simplemente que solo veo a las vacas que están en esta posición.
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Hemos pasado por Sarria, la ciudad gallega más importante del camino, después de Santiago. Hemos pasado de largo, ascendiendo hasta lo alto, siguiendo el camino, sin fijarnos excesivamente en los monumentos de la ciudad. Y hemos salido por el otro extremo.
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Allí me he encontrado con un santo peregrino bajo rejas. Existen varias historias al respecto. De que las rejas existen para que no roben la estatua del santo, para que el peregrino no se escape de la ciudad de Sarria o porque a pesar de ser santo está encerrado cumpliendo penitencia.
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También pude observar cómo unos obreros estaban realizando un muro de piedra. A base de clavar linealmente cortafrios en una roca consiguieron partir la roca en el preciso instante que pasaba.
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En esta etapa, más o menos bien señalizada, o al menos no nos hemos perdido, hemos pasado por el mojón que indica el km 100 a Santiago.
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También ha sido la primera vez que veo horreos en el camino. Curiosamente, son muy estrechos. No recuerdo haberlos visto con esta forma en Asturias. Pero puede fallarme la memoria. Aunque todo el mundo debe saberlo, decir que un horreo es un almacén elevado apoyado en unos discos suficientemente anchos como para los roedores no se coman el grano u otros productos del campo que almacenan en él.
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También decir que empezamos a ver más gente, grupos de peregrinos. Comentar el recibimiento que hizo un colegio francés, aplaudiéndome todos y diciéndome Buen Camino. Yo solo supe sonreír y saludar.
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El recorrido, 32,3 km, lo he hecho en 6 horas y 50 minutos.
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El perfil del recorrido es el siguiente:
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Y el trazado:
Triacastela – Ferreiros

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